¿Podrá Napheesa Collier, del Minnesota Lynx, tenerlo todo?

Napheesa Collier del Lynx no es malabarista, aunque lo parezca; ser campeona de la WNBA es lo más que persigue la favorita para el MVP este 2025.

MINNEAPOLIS — NAPHEESA COLLIER está enfrascada en negociaciones, y su oponente no quiere ceder. La alera del Minnesota Lynx sabe que la fecha límite se acerca. Tiene una ficha más que usar.

Ella extiende un pedazo de queso en tiras.

La hija de 3 años de Collier, Mila, está al otro lado del callejón sin salida: tirada en medio del apartamento, sin ganas de ponerse sus zapatos. Llegaron a un consenso sobre su atuendo con facilidad. Pero los zapatos requieren una mejor oferta.

Mila observa la oferta. Tras una larga pausa —el silencio infantil que indica que el poder está cambiando—, acepta el queso. Se ponen los zapatos y se suben al Range Rover negro de Collier.

Dentro del carro, empiezan a sonar los primeros compases de la banda sonora de “Mulán”. Mila canta antes de salir del garaje. Collier tararea un momento antes de que la lista de reproducción cambie a algo más a su ritmo. Desde el asiento trasero, Mila protesta en voz alta.

“Estamos aprendiendo a compartir”, dice Collier sonriendo.

Y así comienza el alternar diario de Collier entre sus muchos roles: madre de Mila, jugadora franquicia del Lynx, vicepresidenta de la Asociación de Jugadoras de la WNBA y cofundadora de Unrivaled, la liga 3 contra 3 que está construyendo con Breanna Stewart.

Este verano, mientras Collier intenta guiar al Lynx de vuelta a las Finales de la WNBA, esta vez como favorita a la MVP de la liga, también está ayudando a liderar las negociaciones contractuales más importantes en la historia de la liga. El convenio colectivo actual, del que las jugadoras se desvincularon en octubre, vence al final de la temporada. Las conversaciones son de alto riesgo y complejas. Pero mientras ambas partes buscan un nuevo acuerdo, una cosa está clara: Las jugadoras tienen más influencia que nunca.

Parte de eso se debe a la liga que Collier ayudó a crear, una liga diseñada para dar a las jugadoras más dinero, más control y más opciones. Unrivaled cambia la dinámica, ofreciendo a las estrellas más importantes de la liga una alternativa bien remunerada en suelo estadounidense por primera vez.

“Aunque no somos ligas rivales, siempre podemos decir: ‘Miren cuánto nos paga Unrivaled'”, dijo Collier. “Eso debería permitirnos ganar más dinero en la WNBA. Siento que nos da ventaja porque nos da más poder a las jugadoras. Hay más de una liga en la que podemos jugar, y todas queremos jugar en la WNBA”.

Collier quiere que ambas ligas prosperen. Pero, como la mayoría de las negociaciones, es complicado. Y Collier, siempre serena y firme, está en el centro de todo.

“Todavía lo estoy explorando”, dijo Collier a ESPN la semana pasada durante el almuerzo, después de dejar a Mila en la escuela y completar una sesión de práctica matutina de tres horas con el Lynx. “Entiendo que nunca vas a complacer a todos. … Se trata simplemente de descubrir [cómo] compartimentarlo todo, honestamente.

“Simplemente lo tomas como viene. Y la cuestión es que realmente no tienes otra opción que resolverlo”.

A PESAR DE TODO en lo que Collier sobresale, hay una cosa que sus allegados reconocen que ella simplemente no puede hacer: hablar basura.

Antes de cada partido, el Lynx se apiña antes de dirigirse por el túnel hacia la cancha. Al romper su círculo, recurren a Collier, su jugadora franquicia, para animarlas. Pero las palabras de motivación de Collier suelen estar adaptadas al público preescolar que tiene en casa, con el tipo de jerga pulcra que acompaña a los cantos infantiles, sustituyendo el “maldita sea” por su equivalente adulto. O quizás Collier es simplemente demasiado amable.

“Está hablando tonterías, pero no son buenas. Para nada. Pero estamos trabajando en ello”, le dijo Courtney Williams, compañera de equipo del Lynx, a ESPN.

Pero no se equivoquen: incluso cuando son sutiles, Collier tiene sus momentos exaltados.

Aunque algunos cuestionan si es un conflicto de intereses que una de las cofundadoras de Unrivaled forme parte del consejo ejecutivo de la Asociación de Jugadoras de la WNBA, Collier lució una camiseta de Unrivaled durante el draft del equipo All-Star de la WNBA, televisado a nivel nacional. Cada vez que seleccionaba a una excompañera de las Lunar Owls de Unrivaled, Collier lanzaba el grito de guerra “hootie-hoo”, que el equipo popularizó durante la temporada de dos meses de la liga en invierno.

“Pensé que era una gran oportunidad para representar algo que me apasiona”, dijo Collier, con una sonrisa pícara en su rostro.

Hacer declaraciones fuertes sin hacer mucho ruido es clásico Collier, dijo la entrenadora de Minnesota, Cheryl Reeve.

“Tener una ventaja es fundamental. Si no la tienes, no puedes alcanzar tus mayores logros”, dijo Reeve a ESPN. “A veces es difícil para Phee, pero lo hace con su propia gracia”.

Esa ventaja ha posicionado a Collier de líder en anotación y porcentaje de tiros como la candidata favorita para el premio MVP de la WNBA. Fuera de la cancha, es la razón por la que sus colegas la quieren involucrada en las negociaciones del convenio colectivo. Y la ayudó a construir una liga profesional desde cero y a revolucionar la remuneración de las jugadoras.

Las jugadoras de la WNBA han expresado abiertamente su necesidad de un aumento salarial (el contrato máximo actual para una jugadora ronda los 250,000 dólares) y un sistema de reparto de ingresos. Unrivaled ya ofrece ambos, pagando a sus 36 jugadoras un salario promedio de 220,000 dólares y otorgando acciones a las jugadoras que participaron en la temporada inaugural.

“Ya sea Phee, yo o cualquier otra persona en Unrivaled, entendemos que ese es el estándar ahora”, dijo Stewart. “Eso es lo que esperamos cuando regresemos a la WNBA”.

Sin embargo, durante el Fin de Semana de Estrellas, más de 40 jugadoras se reunieron en Indianápolis para participar en la primera reunión presencial entre el sindicato y los directivos de la liga desde diciembre. Stewart la describió como una “oportunidad desaprovechada”, ya que no se logró ningún avance. En el centro de las negociaciones, como informó ESPN la semana pasada, las jugadoras buscan un sistema que les permita obtener un mayor porcentaje de los ingresos de la liga. La WNBA tiene un nuevo acuerdo de derechos de transmisión con ESPN, Amazon y NBC por un valor de 200 millones de dólares durante 11 temporadas, y la comisionada de la WNBA, Cathy Engelbert, afirmó que la audiencia televisiva ha aumentado un 23%, la asistencia un 26% y las ventas de productos un 40%.

“Sentimos que se nos debe una porción del pastel que ayudamos a crear”, dijo Collier antes del Juego de Estrellas.

Las jugadoras dejaron una clara y unificada declaración en Indianápolis, vistiendo camisetas de calentamiento que decían, “Páguennos lo que nos deben” antes del inicio del Juego de Estrellas. Los aficionados tenían sus propios carteles que decían, “Paguen a las jugadoras”, y cuando Engelbert le entregó a Collier el trofeo de MVP tras la victoria de su equipo en el Juego de Estrellas, los cánticos de “¡Páguenles!” llovieron desde las gradas.

“Me dio escalofríos”, dijo Collier. “Realmente nos demostró que la afición nos apoya y entiende por qué luchamos”.

Pero también dejó claro que ella quiere que la WNBA tenga éxito.

“También trabajo para la WNBA, así que si trabajo en contra de la WNBA, me estoy robando dinero a mí misma”, dijo Collier. “Claro, quiero que la WNBA nos pague todo lo posible porque estoy jugando en la liga”.

Su socia de Unrivaled dejó en claro que su liga no está destinada a amenazar a la WNBA, sino más bien a servir como un desafío para elevar sus estándares.

“Simplemente queremos estar en sintonía para poder trabajar juntos y que todo fluya”, dijo Stewart, “porque no creo que impulsar una liga deba derribar otra”.

COLLIER NO QUERÍA tocar un balón tras la derrota del Lynx en las Finales de la WNBA de 2024. La serie se fue al máximo de partidos, con el New York Liberty ganando el Juego 5 en tiempo extra. El Lynx quedó devastado por el resultado y enfadado con el arbitraje.

“Estaba harta”, dijo Collier.

Pero Unrivaled comenzaría tan solo dos meses después, y con tanto en juego esperando el éxito de la nueva liga, Collier sabía que tenía que estar en su mejor momento. Así que solo se tomó una semana libre de entrenar y regresó tres semanas antes de lo habitual.

Aún no estaba lista para hacer tiros, así que entrenó en el gimnasio varias horas al día durante un mes y medio. Collier se centró en levantar pesas pesadas, intentando ganar más masa muscular que durante la temporada de la WNBA.

Al llegar a Miami, donde se juega Unrivaled, en diciembre, tomó un balón y empezó a pulir sus habilidades. Collier quería mejorar su manejo del balón y sus tiros de tres puntos, y Reeve le fijó la meta de convertirse en una jugadora 50-40-90: el inusual logro de acertar el 50% en tiros de campo, el 40% en triples y el 90% en la línea de tiros libres.

Collier dominó la liga 3 contra 3. Ganó el torneo individual de mitad de temporada y fue elegida MVP inaugural de la liga, liderando a las Lunar Owls a un récord de 12-2 en la temporada regular, el mejor de la liga. Fueron las primeras sembradas camino a los playoffs, antes de ser sorprendidas por Vinyl en la primera ronda.

A pesar de todo su éxito en Miami, Collier dijo que no estaba tratando de hacer una declaración sobre la temporada anterior.

“No estaba centrada en la WNBA”, dijo. “Estaba centrada en Unrivaled y en mí misma”.

Collier seguía el principio rector que le ha permitido asumir tantas responsabilidades: “Se trata de intentar centrarme en lo que tengo justo delante. Siento que es la única manera de superar las cosas. Siempre hay tantas cosas sucediendo que no puedes concentrarte en todo a la vez”.

Pero cuando Reeve observó a su jugadora estrella desde lejos, notó un fuego extra.

“No puedes escapar la idea de que hubo motivación por no poder completar la misión de un campeonato y cómo sucedió”, dijo Reeve. “Quizás a partir de ahí ella dijo, ‘No, quiero ganar esto’”.

Al igual que en Unrivaled, Collier está al centro de todo lo que hace el Lynx. Y el dolor por haberse quedado corta el otoño pasado —en la carrera por ser MVP, donde quedó segunda tras la estrella de Las Vegas Aces, A’ja Wilson, y en las Finales, donde el Lynx fue superado 7-2 en la prórroga del partido decisivo— aún pesaba. Casi todas las interacciones que tuvo Collier durante la temporada 2024 de la WNBA incluyeron a alguien felicitándola por una temporada magnífica, aunque ella misma se consideraba incapaz de alcanzar el nivel esperado.

“Ese fue el cambio para ella … llegó a esta temporada con un gran resentimiento, respaldando apropiadamente las palabras: ‘Sí, soy una mala perdedora porque quiero ganar'”, dijo Reeve. “Llegó con eso, y yo estaba tan emocionada”.

Collier agregó: “[Se trata] de convertir toda esa ira, frustración y decepción en: No queremos volver a sentirnos así. Tenemos que asegurarnos de que, individualmente, estamos haciendo todo lo posible durante la pretemporada para mejorar y luego regresar y tener un resultado diferente”.

Su enfoque afinado la ha llevado a alcanzar máximos personales estadísticos. Collier promedia 23.2 puntos, su mejor marca personal, con un 51.7% de acierto en tiros de campo (su porcentaje más alto desde su segundo año). También acumula 7.6 rebotes, 3.3 asistencias, 1.8 tapones y 1.6 robos.

“Claro que quiero ser la MVP”, dijo Collier. “Pero nunca entro a un partido pensando: ‘Necesito conseguir tantos puntos y necesito conseguir los míos para conseguir mis números de MVP’. Lo ves año tras año: si tu equipo gana, te llevas los premios. Mi objetivo principal es un campeonato. Prefiero ser MVP de las Finales que de la liga, porque eso significa que ganamos”.

Cuando el equipo se presentó para el primer día del campamento de entrenamiento en mayo, Reeve les dijo a sus jugadoras que su viaje de regreso a las Finales sería aún más difícil que llegar allí en 2024.

“Tuve que recordarles repetidamente que su posición inicial no es donde terminamos”, dijo Reeve. “Intentaba hacerles entender que si uno hace suposiciones y se salta pasos, no puede volver a donde estábamos. Tenemos que empezar de nuevo … nuestra posición inicial es cero, no es el equipo que éramos al final de la temporada pasada”.

Al principio, Collier tuvo que preguntarle a Reeve qué quería decir.

Reeve aclaró: “Cada viaje es diferente y los desafíos serán diferentes”.

Esta temporada ha sido un proceso de desarrollo para el Lynx. Comenzaron con una racha de 9-0, pero jugaron por debajo de sus altos estándares: ganaron partidos en la recta final, con gran esfuerzo, en lugar de dominar. Pasaron por lo que consideran una mala racha, con un récord de 3-2 en sus últimos cinco partidos antes del receso del Juego de Estrellas, aunque eso fue al final de 10 partidos en 18 días que Reeve describió como “uno de los calendarios más ilógicos en mis 25 años de experiencia”.

A falta de 16 partidos para el final de la temporada regular, Minnesota quiere definir su identidad definitiva y el Lynx comenzó la recta final de la temporada con una victoria por 23 puntos sobre el Chicago Sky, una victoria por 31 puntos sobre las Aces.

En Minnesota se entiende que, por muy completa que sean la plantilla y el equipo del Lynx, solo llegarán lejos si Collier las lidera. Ella es el centro de todo lo que hacen.

“Creo que la presión es algo muy bueno. Hay que rendir bien bajo presión, y creo que lo hago”, dijo Collier. “Este equipo es mío. Si ganamos o perdemos, ambas cosas serán mi responsabilidad. Tienes muchas más cosas entre manos, pero creo que me hace mejor jugadora”.

DESPUÉS DE COMER, COLLIER se dirige al centro a una cita de pedicura que tenía pendiente. Entre Mila, el Lynx, la Asociación de Jugadoras de la WNBA y Unrivaled, los momentos de tranquilidad para el autocuidado son escasos.

En cuanto llegue a casa, planea echarse una siesta antes de que recojan a Mila de la escuela. Su esposo, Alex Bazzell, quien también es presidente de Unrivaled, le dará noticias de negocios de la liga. Y al día siguiente, ella y el Lynx se enfrentan a las Aces.

El salto de un mundo a otro continúa.

“Siento que todo sucedió gradualmente, no de golpe”, dijo Collier. ” Así que lo siento manejable, pero obviamente siento mucha presión”.

Collier nunca lo demuestra.

“Tiene más gracia en el dedo meñique que yo tengo en todo el cuerpo”, dijo Reeve. “Es tan elegante en todo lo que hace que parece fácil. Y estoy segura de que no lo es … pero nunca parece abrumada”.

Esta apariencia tranquila y serena, mientras Collier lidia con sus responsabilidades y sus diferentes mundos, es algo que aprendió de niña de su padre. Él le decía que mantuviera la humildad fuera de la cancha y que nunca mostrase frustración dentro de ella, una táctica que irritará a sus oponentes más que cualquier otra cosa.

Mantente imperturbable.

Ahora, eso aplica a todos los aspectos de la vida de Collier. Una afición de Minnesota desesperada por un campeonato. Compañeras jugadoras preparándose para una lucha laboral. Una niña testaruda que la próxima vez podría necesitar algo más que queso en tiras para ponerse los zapatos.

“Todos cuentan conmigo”, dijo Collier. “Y cuando lo pienso así, por alguna razón, me quita presión. Uno puede fallarse a sí mismo, pero yo no quiero fallarles a ellos”.