Liam Y Noel Gallagher Cumplieron su promesa. Dejaron sus diferencias y Regresaron a México Unido para la música. Oasis se reunió con su audiencia en el estadio de SEGUROS de GNP para revivir la nostalgia de los años dorados de Britpop. Hecho a mano En un gesto fraternalLos hermanos aparecieron en el escenario a las 9 pm y la multitud los aclamó. Hubo 65 mil personas que se reunieron para mantener vivos la ilusión de ver a sus ídolos. La primera de las dos noches que se marcarán en la historia de la banda, ausente de las etapas mexicanas desde 2008.
“¡Viva México, es bueno estar de regreso!” Dijo Liam, mientras que en la pantalla grande y las celebraciones se desplegaron para esta reunión deseada. “Esto está sucediendo, Ciudad de México”, decía mientras el riff de guitarra tomaba fuerza para abrir con los arbustos.
Hola Fue el tema de comenzar en este concierto de la gira en vivo ’25. Un saludo musical con el que terminó esperando más de una década. “Es bueno estar de regreso”, cantaron los miles en el estadio, ansioso por rendirse a la euforia de Manchester. Liam, en La Voz y Noel, en la guitarra, levantaron los espíritus al sonar los clásicos de su discografía: Acebido, gloria de la mañana, algunos podrían decir Y Llevarlo. Una primera parte explosiva, cargada de nostalgia y con el poder de reiterar a toda una multitud que la enemistad entre los hermanos ha permanecido en el pasado.
El regreso de Oasis no solo se llevó a cabo en el Gallagher. Paul ‘Bonehead’ Arthurs, Andy Bell, Gem Archer, Christian Madden y Joey Warker hicieron que el estadio SEguros del GNP vibrara con una base sólida que promovió cada acorde. El recorrido de Definitivamente tal vez Euforia desatada con piezas como doIgarettes y alcohol Y Hacer rodar con él. Hubo un momento especial en el que Liam le pidió a la audiencia que mirara hacia atrás y mantuviera el paso, haciendo que las 65 mil almas se movieran al unísono.
La emoción alcanzó su clímax cuando Quédate a mi lado Transformó el lugar en un cielo estrellado: miles de teléfonos celulares iluminados hasta el último nivel, mientras que en las pantallas se proyectaron imágenes íntimas que dieron un respiro personal a la avalancha de sonido. El viaje continuó con Alejarsequien comenzó suspiros y con Lo que Y Poco a pocoCanciones que confirmaron la capacidad de la banda para crear atmósferas absorbentes y magnéticas, donde cada espectador estaba completamente envuelto.
El guiño más simbólico vino con Vivir para siempre, entrelazado con fragmentos de Jardín de Octopus de Los BeatlesUn tributo a la raíz musical que los inspiró. La respuesta fue inmediata: gritos, aplausos y una sensación colectiva de ser testigo de la historia viva. Entre los gestos cómplices, los silencios estratégicos y su ironía británica inconfundible, el Gallagher demostró que, aunque los años y los conflictos pesan, el escenario sigue siendo su terreno y música común, el lenguaje que los mantiene juntos.
El capó fue la coronación de la noche. Con Muro de maravillaLa banda consiguió que todo el estadio cantara al unísono, borrando cualquier distancia entre el escenario y los stands. El cierre vino con Supernova de champáncuyos acordes prolongados flotaban sobre la multitud como un eco que se negaba a extinguir. Los aplausos se extendieron más allá del último sonido, como un pacto silencioso entre la banda y sus seguidores: la promesa de que, a pesar del tiempo y las fracturas, el oasis sigue siendo eterno.
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