No todos los días tenemos dos generaciones de talentos latinos que se sientan a hablar sobre lo que significa ser hispano y hablar abiertamente sobre la familia, la cultura y la alegría de trabajar juntos. Sin embargo, cuando La casa de muñecas de Gabby: la película salió este otoño, reunió a dos mujeres extraordinarias que encarnan la riqueza de la cultura latina a su manera.
En un extremo de la conversación está Gloria Estefan, un ícono musical global, pionera cubanoamericana y una de las potencias latinas más influyentes de todos los tiempos. Tiene una carrera que abarca décadas y que le ha permitido a su voz representar la música pop latina alrededor del mundo. Esta siete veces ganadora del premio Grammy no da por sentada su influencia; utiliza sus historias y su arte para celebrar el poder, la resiliencia y el alma de la experiencia cubana.
Unirse a ella es Laila Lockhart Kranerla brillante, joven y carismática actriz de la querida serie infantil Gabby’s Dollhouse. Como la curiosa y creativa Gabby, Laila ha inspirado a una generación de niños a abrazar la imaginación y la bondad.
Si bien estamos listos para concluir el Mes de la Herencia Hispana, esta conversación se extiende más allá de la celebración. Gloria y Laila reflexionan sobre la música, las tradiciones y las historias familiares que las moldearon, desde los recuerdos de Gloria de la música cubana que llenaron el hogar de su infancia hasta la mezcla de raíces dominicanas y eslavas de Laila que la hacen sentir como en casa en todas partes.
El intercambio exclusivo grabado para ¡HOLA! se desarrolla en una acogedora sala de estar, con asientos uno frente al otro, el tipo de atmósfera tranquila y llena de risas que se siente como tiempo compartido entre amigos. Aunque los dos son de generaciones diferentes, la charla estuvo llena de risas y admiración genuina el uno por el otro. Al final, los dos conectaron en el lenguaje cultural y la experiencia que tuvieron sobre el amor, la música, la actuación y la familia.
Para Gloria Estefan, ser cubana es más que solo su origen, es gran parte de su identidad. Es un honor, un recuerdo y un salvavidas para su corazón. Se crió en Miami, Florida, y su madre estaba decidida a preservar su cultura mientras estaba en el exilio. “Incluso cuando mi papá estaba prisionero en la invasión de Bahía de Cochinos, mi mamá llenaba la casa de música”, recuerda. “Celia Cruz, Cachao, Olga Guillotlos jugó todos. Ella cantaba y bailaba, tratando de hacerme las cosas felices. La música fue nuestra forma de sobrevivir. Así recordamos quiénes éramos”.
Esos primeros sonidos de boleros y canciones se convirtieron en la base de Gloria. La fusión de culturas que escuchó en los discos de vinilo de sus padres, desde Celia hasta Nat Rey Colemás tarde se convirtió en el ritmo de su propio sonido, mezclando ritmos latinos con energía pop que cambiaría la música para siempre.
“Cuanto más lejos estábamos de Cuba, más importante se volvía mantener viva nuestra cultura. Mi mamá se aseguró de que yo supiera exactamente de dónde venimos, nuestra comida, nuestra música, nuestra historia. Y eso se lo he transmitido a mis hijos y ahora a mi nieto”.
Sonríe cuando recuerda a su abuela, una mujer cuya fuerza moldeó el legado de la familia. “Mi abuela llegó a Estados Unidos a los 57 años, sin hablar inglés, y aun así logró iniciar un negocio de catering y comprar su propia casa”, dice. “Todo lo que aprendí sobre la perseverancia vino de ella”.
Laila Lockhart Kraner escucha atentamente, inspirada por los paralelos entre su historia y la de Gloria. “Soy dominicano por un lado y eslavo por el otro”. ella dice. “Mi mamá es de la ex Unión Soviética y mi abuela solo habla ruso. La gente piensa que eso es completamente diferente a la cultura latina, pero, sinceramente, a ambas partes les encanta cantar, bailar y celebrar. Cuando estoy con mis abuelas, siempre termina en música, sólo que en diferentes idiomas”.
Su educación le dio un sentido de conexión que trascendió fronteras. “Cuando era pequeña sentía que no encajaba perfectamente en ningún lado”, admite.
“Ahora me doy cuenta de que esa es la mejor parte. Puedo pertenecer a todas partes”. Gloria dice con los ojos llenos de orgullo. “Tú eres el futuro”, dice cálidamente. “Usted encarna el mundo que soñamos, uno donde la conexión importa más que la diferencia”. A medida que continúa la conversación, hablan sobre lo que es tener múltiples culturas. Laila recuerda haber crecido sin saber cómo definirse a sí misma.
“Cada vez que tenía que llenar un formulario que me preguntaba si era hispana, blanca u otra persona, nunca sabía qué elegir”, dice riendo. “Ahora simplemente los reviso todos”.
Gloria sonríe. “De eso se trata el Mes de la Herencia Hispana, de celebrar cada parte de lo que somos. Cuantas más culturas lleves, más historias podrás contar. Nuestra diversidad es nuestra fortaleza”.
Hace una pausa y reflexiona sobre su propia experiencia como mujer cubana que construyó una carrera en una industria que no siempre supo qué hacer con los artistas latinos. “Vivíamos en un lugar lleno de cambios y luchas, pero encontramos maneras de hacerlo alegre. Eso es algo en lo que las familias latinas son expertas: convertir las dificultades en celebración”.
La búsqueda de verse a sí mismos en la pantalla conectó los viajes de ambos. Gloria recuerda vívidamente haber visto ‘I Love Lucy’ cuando era niña y haber visto a Desi Arnaz, otra voz cubana, cantando en español y hablando con orgullo en la televisión estadounidense. “Era divertido, musical y orgulloso”, dice. “Me hizo pensar, si él puede hacerlo, tal vez yo también pueda”.
Laila se ríe cuando cuenta su propia historia. “Cuando era pequeña, no veía mucha gente que se pareciera a mí”, dice.
“Solía ver My Little Pony y me encantaba Pinkie Pie porque tenía el pelo rizado como el mío. Esa era mi versión de la representación. Ahora, cuando los padres me dicen que sus hijos se sienten orgullosos de sus rizos gracias a Gabby, significa todo”.
Gloria sonríe con complicidad. “La gente solía decirme que también me alisara el pelo. Pero cuando fui a Asturias, España, y vi a mi familia allí, todos con el pelo rizado, me di cuenta de que esto es lo que soy. Es herencia. Es historia”.
La familia, coinciden ambos, es su ancla. La voz de Gloria se suaviza al recordar a sus padres y abuelos, la base de sus valores y su sonido. “Incluso si estábamos lejos de Cuba, mi mamá se aseguró de que nunca olvidara quiénes éramos”, dice. “Ella mantuvo vivas nuestras tradiciones con música, comida y amor. Es la razón por la que canto, la razón por la que cuento historias”.
Laila está de acuerdo: “Soy muy afortunada de tener mujeres fuertes en mi vida”, dice. “Mis dos abuelas son muy diferentes, una habla español y la otra ruso, pero se entienden perfectamente. No necesitan palabras. Es amor”. Gloria asiente: “Eso es exactamente”, dice. “El amor siempre se traduce”.
Antes de despedirse, Gloria se inclina con la curiosidad de un mentor. “Ya llevas diez años actuando”, dice. “¿Dónde te ves en otros diez?”
Laila sonríe. “Quiero seguir actuando, pero tal vez algún día dirigir. Me encanta contar historias. Se siente como magia”. Gloria sonríe. “Lo harás maravillosamente”, dice. “Tienes creatividad, cultura y corazón. Esa es una combinación poderosa”.
Su conversación les lleva a cerrar el círculo, dos latinas de diferentes épocas, unidas por los mismos valores. Para Gloria y Laila, La casa de muñecas de Gabby: la película Fue una manera de conectarse, llevando la actuación, la música y su cultura compartida a una película alegre y divertida.
Dos mujeres, dos generaciones y una creencia compartida de que la cultura no es lo que nos separa, sino lo que nos une. “Eso es lo que me encanta de esta película”, dice Gloria. “Celebra las cosas que nos unen. No importa la edad, no importa el idioma, el amor es el puente”.
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