Han pasado veinte años desde Matt Damon Susurró las dos palabras que alterarían permanentemente su órbita: “Sí, quiero”. La fecha era el 9 de diciembre, el año 2005 y el lugar era una tranquila ceremonia civil en Manhattan. Lo que comenzó con el rodaje de una película en Miami Beach se convirtió en una de las historias de amor más inesperadamente fundamentadas de Hollywood.
Rebobinemos hasta 2003. Damon estaba en Miami filmando “Stuck on You”, una comedia que probablemente no sea la primera en la que nadie suponga que es un cine que cambia vidas. Sin embargo, entregó algo que ningún éxito de taquilla jamás pudo lograr. Entró en un bar después del rodaje y detrás del mostrador estaba Luciana Barroso, una camarera y madre soltera que no tenía ningún interés en verse arrastrada al caos de las estrellas de cine. Ese pequeño detalle es precisamente lo que llamó la atención de Damon.
Una vez admitió que trató de mantenerlo a distancia. Tenía una hija de cuatro años y una vida que no dejaba lugar a la imprevisibilidad de Hollywood. Él le dijo que amaba que ella fuera mamá y respetaba que su hija fuera lo primero. Muchos actores podrían haberse sentido intimidados. No lo era. En todo caso, sus prioridades lo anclaban.
Dos años más tarde, cambiaron el colegio de abogados de Miami por un juzgado de Nueva York y se convirtieron en marido y mujer.
Damon suele interpretar personajes duros, pero el papel al que se compromete con más fuerza es el de hombre de familia. Juntos, Matt y Luciana han construido un clan grande y muy unido. Sus hijas, Isabela (2006), gia (2008), y estela (2010) han crecido en medio del bullicio de los estrenos de películas y los decorados internacionales, pero la pareja ha mantenido su vida cotidiana impresionantemente normal.
Y luego esta Alexia Barrosohija de Luciana de su relación anterior. Damon nunca la etiquetó como algo más que familia. Durante la pandemia, cuando Alexia contrajo COVID-19 mientras estaba en Nueva York, habló públicamente sobre su preocupación y alivio cuando se recuperó.
El viaje de Damon al estrellato cinematográfico comenzó mucho antes de aquella fatídica noche en Miami. Nacido en Cambridge, Massachusetts, era el niño que gravitaba hacia la narración de historias. En Harvard, escribió el primer borrador de “Good Will Hunting” para una clase de dramaturgia. Más tarde se convirtió en el guión que lo lanzó al nivel superior de Hollywood y le valió un Oscar.
Desde “Mystic Pizza” hasta “The Departed”, desde “The Talented Mr. Ripley” hasta “The Martian”, su carrera ha cambiado de género a través de la elasticidad de alguien que ama genuinamente su trabajo. Ha acumulado múltiples nominaciones al Oscar como actor y productor, ha aparecido en cameos sorpresa como “Thor: Ragnarok” y ha sido anclado en películas que han construido fandoms leales a lo largo de décadas.
Sin embargo, el giro más cinematográfico de todo es que la película que cambió su vida no fue una ganadora del Oscar ni un fenómeno global. Era una comedia peculiar sobre gemelos siameses que lo colocó en el lugar correcto en el momento correcto para conocer a una mujer que no buscaba a Hollywood ni a él. Ese contraste (foco y simplicidad) parece ser el pegamento que ha mantenido estable su matrimonio durante dos décadas.
Hay algo irresistiblemente humano en esta historia de amor. No porque sea impecable o brillante. Porque comenzó con una sincronización, una coincidencia y un poco de travesura cósmica. Damon encontró el papel más importante de su vida en un bar, no en un set. Luciana encontró una pareja que aceptó la vida que ya tenía, no alguien que le pidió que la reescribiera.
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