María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, conocida popularmente como Chavela Vargas, tenía solo 17 años cuando se mudó de su Costa Rica natal a México. Aquí encontró un lugar donde pudo cultivar su talento musical y la inspiración que le permitió convertirse en una de las mayores defensoras de la música mexicana.
Su camino no fue fácil, estuvo lleno de altibajos. Al llegar a México, Vargas desempeñó todo tipo de trabajos, desde cocinera hasta camarera, pasando por niñera, pasando por conductora de familias adineradas, lo que le permitió conocer mejor la ciudad. “Vivía en la azotea de un edificio, duchándome en el baño de servicio, vendiendo cosas y cantando”, comparte en sus entrevistas. Una vez que tuvo acceso a un vehículo, se asoció con otra persona para crear un servicio de limpieza de hogares. “Llevé a las niñas a la casa y gané dos pesos por cada una”.
Mientras tanto, la pasión de Vargas era la música. Su canción “Macorina” marcó el primer paso en sus sueños, convirtiéndose en uno de sus grandes éxitos. Vargas rápidamente se hizo conocida por sus grandes contribuciones al “bolero” y la “ranchera”, géneros musicales mexicanos que tienen un gran atractivo internacional. Pronto, su voz, conocida por su poderoso sentimiento y sinceridad, la llevó a más éxitos, incluidas las canciones “La Llorona”, “Paloma Negra” y “Luz de Luna”, canciones que siguen siendo un elemento básico en las fiestas mexicanas.
Vargas se convirtió en una de las figuras más populares de México, pasando tiempo con artistas como Frida Kahlo y Diego Rivera, con quienes vivió durante un tiempo. También era amiga de Juan Rulfo, el escritor conocido por su imponente novela corta “Pedro Páramo”. Vargas registró más de 40 discos. Aún así, tuvo que tomar descansos en su carrera debido a su lucha contra la adicción, lo que, en lugar de derribarla, la empujó a seguir haciendo música y trabajar duro. Vargas amaba mucho a México y se llamaba a sí misma mexicana incluso si no había nacido allí.
“Los mexicanos nacemos donde carajo queramos.”
Más allá de todos sus logros profesionales, Vargas también marcó tendencia, conocida por sus icónicos ponchos, sus lentes de sol oscuros, una bebida y su actitud rebelde, elementos que muchas veces la acompañaban en sus conciertos. En los años 90, Vargas se mudó a España, donde alcanzó el reconocimiento internacional gracias a su relación con el cineasta Pedro Almodóvar, quien incluyó varias de sus canciones en sus películas. Se retiró de los escenarios en 2006, consolidando su lugar como una leyenda eterna. En el año 2000, Vargas recibió la Gran Cruz de Damas de la Orden de Isabel la Católica y en 2007 ganó un Grammy.
“Ningún ser vivo cantó con la debida pérdida al gran José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela”, Pedro Almodóvar.
Vargas falleció a los 93 años, en 2012. Su despedida tuvo lugar en la Ciudad de México, primero en la Plaza Garibaldi, donde miles de personas se reunieron para presentarle sus respetos. Posteriormente su cuerpo fue trasladado al Palacio de Bellas Artes. Finalmente, a petición suya, sus cenizas fueron esparcidas en diversos lugares, entre ellos los cerros de Chalchitépetl, en Tepoztlán y en Morelos, algunos de sus lugares favoritos en su querido México.
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